MI MAESTRO

Tras mi intento fallido por ser una artista desde el primer día (ya veis los cuadros que hice, toda una INSPIRACION) y decirme mi marido en varias ocasiones que tenía que ir a clases de pintura, opté por buscar una Academia de Bellas Artes.

Después de contactar por teléfono y tener las señas, una tarde, después del curro me acerqué a informarme: horarios, precios… . Al mes siguiente ya estaba dando clases. Mi maestro, Alfredo Peña.

Mi desconocimiento en el mundo de las Bellas Artes, en ese momento, hizo que no le diera importancia a su nombre. Le vi como un profesor más. Un jubilado que no soportaba el hecho de quedarse en casa todo el día y por qué no seguir impartiendo clases, que era lo que había hecho siempre y lo que más amaba.

El tiempo me enseñó que era en letras grandes un MAESTRO, UN MAESTRO EN LAS BELLAS ARTES y como tal así le llamábamos en clase para dirigirnos a él: MAESTRO.

Recuerdo mi alegría al entrar por la puerta. ¡Iba a pintar! Y aquello me encantaba.

¡Artista! Me llamaba desde el primer día. Y eso me motivaba para pintar cada vez mejor.

 

En ese primer año mi evolución fue a pasos agigantados. ¡Madre mía! Parecía una maquina de hacer churros. Ese año entre las clases y mis ratillos en casa me pude hacer cerca de unos 20 cuadros.

Desde el primer día comencé a hacer fotos a lo que había hecho en esa clase y así poder mostrar  a quien me preguntara lo que estaba haciendo. ¡Menuda idea al que se le ocurrió poner una cámara al móvil, bendito!

Quién me diría que luego estas fotos las compartiría con vosotros………. .