Fleurs Sophie

Esta mañana antes de salir de casa pasé por la puerta de una floristería. La floristería de Sophie Minur. Aunque paso por ahí varias veces al día y siempre me paro a ver su escaparate, hoy es un día especial. -¡Es el día de los Enamorados, San Valentín…! Y de forma fugaz imagino a todos aquellos que podrán pasar hoy a comprar unas flores. Rosas, margaritas, lirios, tulipanes o por qué no un ciclamen, a mi me encantan sus flores.

A pie de calle llegan sus colores y con la puerta entreabierta deja escapar el suave perfume de todas sus flores. ¿Una margarita? ¿Unas rosas rojas? ¿Un ramo multicolor? Cualquier opción es buena, pues se prepara con toda la delicadeza y cariño que se merecen las flores.

Me encanta ver su escaparate, acercarme a él y ver sus ramos abrazados por jarrones que les dan de beber durante el día.

Aunque no lleva muchos años abierta, he de reconocer que su apertura fue algo compleja pues se quiso dar ese toque que tienen algunas tiendas casi centenarias en el centro de la ciudad. Poquito a poco y atendiendo todo mínimo detalle, la floristería Sophie Minur fue creciendo hasta dar con lo que quería su propietaria.

Hoy es un día especial, donde quiero creer que los enamorados se quieren más, si están enfadados hacen las paces, o se anhelan a encontrarse. Hoy es otro día más a dedicarse, otro día más a quererse… otro día más a recordar entre todos los días del año.

No hay que mirar muy lejos, siempre hay una flor en una terraza, en un jardín o en ese descampado donde aparcas cada mañana al ir al trabajo, esperando a que la cojas y se la regales a alguien.

Las cosas pequeñas. que a veces a nuestros ojos son invisibles, son las más bonitas.