Unas Casitas

Llevo todo el día preguntándome de qué hablaría hoy. Dándole vueltas a la cabeza. Haciendo un repaso de todos mis trabajos en estos años: Mi primer bodegón, Casitas, Chocolatas, Campo de Girasoles, Atardecer en Venecia, Rosa y Acero, En la playa, Un recuerdo, Tulipanes…, ¿pero cuál? ¿De cuál hablo hoy?

He estado pensando en Las Casitas desde que empecé todo esto, pues no deja de ser el segundo cuadro que pinté, y a pesar del comedero de cabeza que me dieron las escaleras y su perspectiva son tan especiales para mi, como lo son para mi madre que desde el primer día las tuvo colgadas y a día de hoy a toda visita que pasa por casa se las enseña orgullosa.

Cometí el error de retocar el cuadro después de haberlo firmado y digo ‘cometí el error’ porque las retoqué una y otra vez y aún así no conseguí que parecieran unas escaleras. Quedó algo mejor pero en aquel momento la perspectiva y yo no éramos muy amigas y las mismas escaleras parecían salir de la pared, planas, lisas, sin sensación de espacio para apoyar por lo menos un pie y subir al siguiente peldaño.

Al final, una noche, después de llevármelo a mi casa, me lo bajé a Mi Rinconcito y allí estuve hasta las 3:00h de la mañana retocándolas hasta creer que estaban perfectas.

¡Sí, lo creía! Creía que había podido con ellas, que lo había conseguido, y bueno qué decir que, a pesar de los años, cuando las miro, no puedo evitar hacer una negación con la cabeza, pues se que al final no se quedaron como a mi me hubieran gustado. ¿Demasiado perfeccionista para ser mi segundo cuadro, quizá?

Después de todo, mi madre siempre que me ve delante de ellas, me coge por la cintura para abrazarme y me dice: -Hija están perfectas, a mí me encantan.

2 comentarios el “Unas Casitas

Deja un comentario